Luego de unas cuantas décadas de espera, y varios intentos frustrados en ediciones anteriores de los Juegos Olímpicos (en las que integró la nómina de disciplinas aspirantes a ingresar, pero por diversas situaciones no reunió la cantidad de votos suficientes para lograrlo) el Karate será disciplina olímpica en los Juegos de Tokyo 2020.
A modo de “previa” de tan esperado evento, en Argentina tendremos el privilegio de asistir a la realización de los Juegos Olímpicos de la Juventud, que tendrán lugar en nuestro país entre el 6 y el 18 de octubre.
Por esos días, la Ciudad de Buenos Aires, se vestirá de gala para recibir a unos 4000 deportistas que integrarán las delegaciones de los 206 países participantes.
Karate integrará las disciplinas que se podrán ver en los Juegos, y sus competencias tendrán lugar los días jueves 17 y viernes 18 de octubre, en el Centro Olímpico Juvenil, con sede en la localidad de Villa Soldati, y en el que se han realizado importantes obras de infraestructura para ponerlo en condiciones para tan trascendente ocasión.
Ante esta reafirmación del karate deportivo, es interesante detenerse a reflexionar sobre su naturaleza y la relación que tiene con el karate tradicional.
En muchas ocasiones, hemos dicho o nos han dicho que el karate es un arte marcial para toda vida.
Esta afirmación es muy cierta, y nos mueve a pensar y a entender que como en la vida, la práctica de karate pasa por distintos períodos, por diversas características, según el momento y la edad física y cronológica del practicante.
Así entonces, hay una época para la adquisición de las habilidades básicas que hacen a los cimientos de la práctica: aprender a desplazarse, trasladar el cuerpo, girar, coordinar los movimientos de manos y pies, etc.
En otro momento, se avanza hacia la adquisición de la técnica, aprendiendo la forma inicial, la forma final y la trayectoria recorrida para pasar de una a otra.-
A medida que se avanza en la práctica (y sobre todo en la medida en que se incrementa el volumen de práctica) se van consolidando las habilidades adquiridas, incorporando en la ejecución de las técnicas velocidad, potencia y kimé, intentando llegar a un dominio que incluya el entendimiento del objetivo de cada movimiento que se realiza.
Luego, en un escalón de mayor evolución, se incluye el desarrollo de la habilidad de incorporar combinaciones de técnicas, y finalmente, quienes persisten en el camino de la formación, acceden a una nueva etapa en su aprendizaje que incluye el desarrollo de las habilidades que hacen a la transmisión de todos los conocimientos adquiridos, a la enseñanza. Por supuesto que antes de este momento, hay quienes comienzan a transmitir al tiempo en que continúan formándose, pero aquí, al referirnos a “enseñanza”, lo hacemos ajustándonos a quien ha alcanzado un grado de madurez en su práctica donde conoce y domina la técnica, es capaz de comprender su mecánica y su objetivo, y además, ha adquirido la capacidad de transmitir el conocimiento, conducir un grupo y guiar a los instructores de menor rango.
Básicamente, por esos distintos momentos transcurre la vida de un karatista, y aunque el grado de desarrollo que alcance cada uno, depende de sus propias capacidades y -fundamentalmente- del tiempo que pueda dedicar a mejorarlas, el tránsito de ese camino no logra agotarse.
Ahora bien, según la edad biológica del practicante, surge otro aspecto del karate que lejos de contrariar a los anteriores, los integra y complementa: el karate deportivo.
El karate deportivo, consiste básicamente en enfrentarse a un contendiente a quien se pretende vencer, sujetándose a una exigente reglamentación que en lo esencial se ordena a preservar la integridad física de los contendientes, y a fijar reglar previas respecto del modo en que se proclama al vencedor.
Por este coto que le impone el reglamento, es un combate muy diferente de aquellos que tenían lugar antiguamente, cuando la disputa era a muerte, o bien podía provocar un serio daño físico al adversario, dejándolo fuera de combate.
Algunos Maestros sostienen que el karate deportivo es nocivo para el practicante, porque distorsiona el sentido tradicional de la práctica, descuida la correcta ejecución de la técnica y deja de lado el objetivo principal de karate que ante todo es un arte marcial.
Y aunque estas afirmaciones podrían ser parcialmente ciertas, no impiden que la competición deportiva pueda ser integrada como un aspecto más del desarrollo de la vida del practicante.
En el karate deportivo, como se dijo, se adaptan las condiciones del combate para que la pelea pueda dejar un ganador que conserve su integridad física. Se pena el exceso de contacto, se utilizan protecciones, se prohíben determinados tipos y zonas de golpes, y se regula el valor asignado a cada técnica que se acierta sobre el adversario.
Se limita en el tiempo, y se establece el modo de que el combate deje un ganador, todo eso en un marco específicamente reglamentado y con jueces muy preparados
La misma situación se da en la competencia de Katá, aunque en este caso el combate es más contra uno mismo, aunque sea comparado con otros.
En Katá hay que lograr expresar el gusto, el sentido y el contenido de cada movimiento, la velocidad de los giros, la fortaleza de las posiciones, y la mejor combinación de técnicas, mostrando seguridad en el desarrollo y armonía de la katá.
En la competición de Katá (Shiai Katá) se mide, se da puntaje y se compara la ejecución respecto de otros competidores y los jueces puntúan la ejecución conforme su adecuación al estándar técnico prefijado para la katá ejecutada, y teniendo en cuenta el estilo de karate que practica el competidor.
La competición de kumité es diferente, porque ahí sí es el enfrentamiento de uno contra uno, siguiendo las reglas del combate; y cada competidor busca alcanzar al otro con la mayor cantidad de técnicas claras posibles para sumar la mayor cantidad de puntos, y así ganar el combate.
Como karate está “adaptado” a la actividad deportiva, la efectividad es esencial y se pone más el ojo en este aspecto sin descuidar los detalles técnicos de la correcta ejecución. Esa efectividad se traduce en la velocidad de la técnica para obtener un blanco claro en el adversario y de esa manera sumar un punto. En resumen se sustituye la penetración por la percusión en cuanto al modo o intensidad en que se alcanza el blanco.
Hay tres categorías o niveles de puntuación: Ippón (3 puntos), Wazari (2 puntos) y Yuko (1 punto) y un límite temporal de 3 minutos como duración total del combate. Gana el competidor que primero alcance los 8 puntos o el que acumule más puntos al final del tiempo reglamentario.
Las zonas donde atacar válidamente son Yodan y Chudan, y como regla general no son válidos los ataques a Guedan.
Se asigna Ippón a las patadas acertadas al Yodan y a toda técnica ejecutada sobre un adversario que ha sido derribado previamente.
Se asigna Wazari a las patadas acertadas en el Chudan.
Se asigna Yuko a las técnicas de puño (tsukí o uchi) acertadas tanto al Yodan como al Chudan.
En todos los casos, no es suficiente que la técnica alcance el blanco, sino que debe reunir los criterios de puntuación establecidos en el Reglamento de Competición de la W.K.F. (World Karate Federation), que puede ser consultado en nuestra página para mayor detalle.-
El karate deportivo tiene un valor especial y está acotado a un breve lapso en la vida del karatista. Si se entiende que karate es para toda la vida y la actividad deportiva se puede desarrollar entre los 15 y 30 años, teniendo su período de plenitud entre los 20 y 25, al menos en lo que se refiere a la alta competición, se toma una real dimensión de la relación que la práctica deportiva guarda con el desarrollo de todos los aspectos de karate.-
Aporta experiencias muy valiosas al practicante, por cuanto lo acerca a la situación de combate más verosímil que puede encontrar en los tiempos actuales.
El practicante se enfrenta a un adversario al que no conoce, y que tiene la misma intención de ganar, y como en todo deporte de combate hay riesgo físico más allá que el contacto excesivo, accidental o no está reglamentariamente prohibido y sancionado.
Por otro lado, es también una posibilidad que tiene el competidor de comprobar la efectividad de su técnica; de ver cómo en una situación de combate su tsuki o su kerí, “entran” y se hacen sentir en un adversario que está defendiéndose al mismo tiempo en que planea su ataque o contraataque con la misma intención de ganar.-
Si bien todo esto sucede en la práctica cotidiana, la sensación, la tensión que genera el enfrentamiento deportivo no es la misma, ya que en el dojo median cuestiones de conocimiento del “adversario” (que a la vez es un compañero de práctica), camaradería, mayor distensión, etc.-
Es bueno para el practicante, transitar -si le interesa el aspecto deportivo de la práctica- por estas sensaciones, que sin duda enriquecen su visión del karate.-
Lo importante, es no caer en el error de identificar karate únicamente con la competición, ya que en ese caso puede perderse el norte, y agotar la práctica una vez que se termina la época de competencia.-
Karate es mucho más que lo “deportivo”, lo trasciende. Vale la pena insistir en que éste es un aspecto más de la práctica de karate; uno más de tantos otros que integran la infinidad de cuestiones que merecen abordarse: técnicas básicas, katá con todas sus variantes: moto katá, kozo katá, etc., kumité, bunkai kumité, Jyu-Kumité, etc., dominio técnico, desarrollo de la capacidad de transmitir los conocimientos adquiridos, etc.
Karate deportivo requiere de una preparación especial, que atienda las necesidades específicas de la competición y que preparen su mente y su cuerpo para afrontar la tensión del combate. Esa preparación debe desarrollar la resistencia física y la velocidad en la ejecución de técnicas que resulten efectivas en el kumité y que permitan obtener los puntos que lleven a la victoria. Oshima Sensei desarrolló hace muchos años un plan de entrenamiento para karate deportivo, que resulta una guía muy útil para tener una referencia sobre el modo correcto de prepararse para competir.
En definitiva, quien quiera adentrarse en la experiencia del karate deportivo, debe hacerlo responsablemente. En primer lugar debe entrenar con seriedad y prepararse para estar a la altura de las exigencias específicas que demanda la competencia. Debe comprender la significación que la práctica deportiva tiene para el karate, y sobre todo asumir que se trata de una etapa de la práctica que de ningún modo agota los múltiples aspectos que implican su desarrollo integral.
Con este concepto claro, podrá disfrutar plenamente la época de la competencia; y una vez concluida podrá retomar todos los demás aspectos del desarrollo de karate que son los que sustentan la práctica y alientan a su desarrollo durante toda la vida y que sólo pasaron a segundo plano durante un tiempo donde la faz deportiva fue atendida de manera especial.
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